Querida Polly:
Para qué mentir; no tengo todos tus discos, ni me he tomado el tiempo de bajar por internet tus sencillos, pero aún así me atrevo a escribirte esto con la esperanza de que me dejes entrar bajo tus sábanas.
Nunca te he visto aparecer en las páginas de la Hola por lo cual desconozco sobre tu situación sentimental, pero el que estés casada o soltera no causa relevancia alguna en mi propuesta; no pretendo que imprimas mi nombre en los agradecimientos de tus discos, ni mucho menos aspiro a que mi pequeña vida te inspire una letra. Lo único que anhelo es que me abras las piernas, me des a guardar tu interior y por un fugaz momento pueda metértela.
Podemos tocar un disco tuyo en el estéreo y fingir que me hablas de esa manera, no me tienes que contar tus problemas ni sonreírte con mis anécdotas. No tienes que saludar cuando días después me veas. No te ofrezco compañía o siquiera una buena cogida; ofrezco mi devoción total a tu persona, suena poco y suena estúpido, pero eso es lo que pasa cuando se escucha un canto como el tuyo. Uno se vuelve terriblemente idiota al combinar infatuación con música.
Para qué mentir; no tengo todos tus discos, ni me he tomado el tiempo de bajar por internet tus sencillos, pero aún así me atrevo a escribirte esto con la esperanza de que me dejes entrar bajo tus sábanas.
Nunca te he visto aparecer en las páginas de la Hola por lo cual desconozco sobre tu situación sentimental, pero el que estés casada o soltera no causa relevancia alguna en mi propuesta; no pretendo que imprimas mi nombre en los agradecimientos de tus discos, ni mucho menos aspiro a que mi pequeña vida te inspire una letra. Lo único que anhelo es que me abras las piernas, me des a guardar tu interior y por un fugaz momento pueda metértela.
Podemos tocar un disco tuyo en el estéreo y fingir que me hablas de esa manera, no me tienes que contar tus problemas ni sonreírte con mis anécdotas. No tienes que saludar cuando días después me veas. No te ofrezco compañía o siquiera una buena cogida; ofrezco mi devoción total a tu persona, suena poco y suena estúpido, pero eso es lo que pasa cuando se escucha un canto como el tuyo. Uno se vuelve terriblemente idiota al combinar infatuación con música.
Ricardo G. Acevedo