Dado que hubo gran participación por parte de los colaboradores de 10:1, nos vemos en la necesidad de presentarle una AMPLIA cobertura de la visita de los Dears a nuestro país. Así que lea con cuidado, cada miembro de Diez a uno tiene algo diferente que decir. Por una parte, Emmanuel y Ricardo ofrecen una visión imparcial de los eventos, la última reseña es más bien una declaración de amor a una banda que entregó todo en el concierto del Sábado 12 de mayo. Las fotos son de don Rodrigo Jardón.
INDI-O Fest
Por Emmanuel
No sé porque escribo yo esta reseña. Ayer me quedó claro que yo soy el menos fan de los Dears de todo este blog, pero tal vez eso me permita contarles cómo estuvo dicho evento con la cabeza fría y libre de amoríos con el bajista de la banda u obnubilaciones de otro tipo. No prometo fuegos artificiales, pero sí una crónica sincera.
Llegando al Polyforum, la escena típica: Condechis de a montón, el séquito Noiselab con la ropa de siempre (¿no se cambian?) y el Rulo siendo grosero con el mundo. Sólo una cosa brilló por su ausencia: la cola enorme para entrar. La verdad sea dicha, el lugar estaba a la mitad de ocupación -daba la impresión que sólo algunos conocían a las bandas y los demás iban porque… porque… pues porque el indie es cool, ¿no?
The American Analog Set merecen sólo un pequeño párrafo: se veían aburridos, se escuchaban feo y nadie quería oírlos. Tienen una gran canción: Born in the Cusp. Escúchenla y aprécienla, pero ayer na más no pegaron.
Veinte minutos después, las luces se apagaron y una grabación antigua sonó por las bocinas. Los fans se arremolinaron sobre el escenario y de las penumbras surgieron los Dears, verdaderas bellezas del rock. Nunca había visto a una banda (que no fuera de pop insulso) tan guapa – Murray Lightburn de traje negro y mascada rosa, Martin Pelland de camisa bien planchada y sonrisa brillante, Valérie Jodoin-Keaton, mi Dear favorita, ataviada en un sencillo vestido gris, hermosa y drogadísima; George Donoso golpeando feliz su batería sin cesar, Patrick Krief llevando las riendas de todo el show con su distorsión, y Natalia Yanchak de lujosa blusa de seda negra con amplio moño en la espalda.
Mi reseña aquí se torna gris. Sé que en el set estuvieron We Can Have it (un momento alucinante cuando todo el Polyforum cantaba el coro final), Lost in the Plot, Ticket to Immorality, Death or Life We Want You, Hate then Love, Bandwagoneers, Whites Only Party, Ballad of Humankindness, Pinned Together, Falling Apart, Warm and Sunny Days, 22: The Death of All the Romance y Postcard from Purgatory (extrañé en momentos los arreglos con trompetas y cuerdas del No Cities Left). Seguro se me están yendo otras, y apreciaría que me corrigieran.
Les puedo contar, o ventanear, los aspectos Diez a Uno de la noche: Niche fue catapultada a la gloria cuando Martin la reconoció en las escaleras y de esa nube ya nadie pudo bajarla; Fantino estuvo cerca de morir al escuchar los acordes iniciales de 22: The Death of All the Romance (aunque ya encarrerada la rola se le veía cantar feliz), Sofía y Salvador no perdieron la compostura y veían el show con interés y templanza (ja, ¡eso qué!), Ricardo desapareció y nuestro fotógrafo estrella, Rodrigo, se rifó todo el show y espero haya captado la guapura los Dears.
En general, el show fue de primera clase, cinco estrellas. The Dears son una bandota armada como reloj suizo y son capaces de rockear por diez minutos seguidos, especialistas en el jam cochinón y atascado. Tal vez demasiado atascado y esa sería mi única crítica: son tan ruidosos que el show es plano en su grandilocuencia, con pocos momentos de descanso. Pero no me quejo, en realidad es impresionante ver a un grupo tan poderoso divirtiéndose (momento cliché: Martin y George con máscaras de luchador) y sobretodo a un vocalista tan carismático, en completo control de las 500 almas que se entregaron a él esa noche. La gente seguía pidiendo más y más (México: a veces pedir ‘otra’ es de mal gusto) pero la verdad es que no se podía pedir más: los Dears cumplieron con todas las expectativas y quien no lo haya disfrutado seguro tiene muerto el corazón.
No sé porque escribo yo esta reseña. Ayer me quedó claro que yo soy el menos fan de los Dears de todo este blog, pero tal vez eso me permita contarles cómo estuvo dicho evento con la cabeza fría y libre de amoríos con el bajista de la banda u obnubilaciones de otro tipo. No prometo fuegos artificiales, pero sí una crónica sincera.
Llegando al Polyforum, la escena típica: Condechis de a montón, el séquito Noiselab con la ropa de siempre (¿no se cambian?) y el Rulo siendo grosero con el mundo. Sólo una cosa brilló por su ausencia: la cola enorme para entrar. La verdad sea dicha, el lugar estaba a la mitad de ocupación -daba la impresión que sólo algunos conocían a las bandas y los demás iban porque… porque… pues porque el indie es cool, ¿no?
The American Analog Set merecen sólo un pequeño párrafo: se veían aburridos, se escuchaban feo y nadie quería oírlos. Tienen una gran canción: Born in the Cusp. Escúchenla y aprécienla, pero ayer na más no pegaron.
Veinte minutos después, las luces se apagaron y una grabación antigua sonó por las bocinas. Los fans se arremolinaron sobre el escenario y de las penumbras surgieron los Dears, verdaderas bellezas del rock. Nunca había visto a una banda (que no fuera de pop insulso) tan guapa – Murray Lightburn de traje negro y mascada rosa, Martin Pelland de camisa bien planchada y sonrisa brillante, Valérie Jodoin-Keaton, mi Dear favorita, ataviada en un sencillo vestido gris, hermosa y drogadísima; George Donoso golpeando feliz su batería sin cesar, Patrick Krief llevando las riendas de todo el show con su distorsión, y Natalia Yanchak de lujosa blusa de seda negra con amplio moño en la espalda.
Mi reseña aquí se torna gris. Sé que en el set estuvieron We Can Have it (un momento alucinante cuando todo el Polyforum cantaba el coro final), Lost in the Plot, Ticket to Immorality, Death or Life We Want You, Hate then Love, Bandwagoneers, Whites Only Party, Ballad of Humankindness, Pinned Together, Falling Apart, Warm and Sunny Days, 22: The Death of All the Romance y Postcard from Purgatory (extrañé en momentos los arreglos con trompetas y cuerdas del No Cities Left). Seguro se me están yendo otras, y apreciaría que me corrigieran.
Les puedo contar, o ventanear, los aspectos Diez a Uno de la noche: Niche fue catapultada a la gloria cuando Martin la reconoció en las escaleras y de esa nube ya nadie pudo bajarla; Fantino estuvo cerca de morir al escuchar los acordes iniciales de 22: The Death of All the Romance (aunque ya encarrerada la rola se le veía cantar feliz), Sofía y Salvador no perdieron la compostura y veían el show con interés y templanza (ja, ¡eso qué!), Ricardo desapareció y nuestro fotógrafo estrella, Rodrigo, se rifó todo el show y espero haya captado la guapura los Dears.
En general, el show fue de primera clase, cinco estrellas. The Dears son una bandota armada como reloj suizo y son capaces de rockear por diez minutos seguidos, especialistas en el jam cochinón y atascado. Tal vez demasiado atascado y esa sería mi única crítica: son tan ruidosos que el show es plano en su grandilocuencia, con pocos momentos de descanso. Pero no me quejo, en realidad es impresionante ver a un grupo tan poderoso divirtiéndose (momento cliché: Martin y George con máscaras de luchador) y sobretodo a un vocalista tan carismático, en completo control de las 500 almas que se entregaron a él esa noche. La gente seguía pidiendo más y más (México: a veces pedir ‘otra’ es de mal gusto) pero la verdad es que no se podía pedir más: los Dears cumplieron con todas las expectativas y quien no lo haya disfrutado seguro tiene muerto el corazón.
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La palomilla de perdedores
por bla, bla, Ricardo, bla
Con el nombre de su último disco presumen ser un grupo de fracasados pero no sé que tanto fracaso hay en un grupo de personas capaces de grabar 5 discos, participar en otros proyectos exitosos y montar un espectáculo como el que dieron el sábado por la noche en el Polyforum. Todos tenemos una visión muy particular de la derrota: un pésimo empleo, una pareja que no existe, una enfermedad que te impide hacer lo que te gusta, no conseguir un lugar decente donde beber pero al encontrarlo caminar kilometros en la madrugada con un bote de Lager a medio terminar porque no supiste cuándo debías parar... no tengo que enumerar todos los aspectos de tu vida ¿o sí?
¿Cuándo dejo de ser emocionante la vida? no puedo culpar al sujeto de la tele que da notas impactantes todos los días de que me haya deshumanizado. No puedo culpar a los blogs de música que le quitaron la emoción a buscar un disco como si fuera lo último que tengo que hacer con mi vida. No puedo culpar a nadie más que a mí por creer que los buenos momentos son una mentira fugaz y lo normal será estar solo y aburrido un sábado en mi sofá viendo un partido porque no sé en qué gastar el dinero que gané durante la semana. No puedo contarte aquí la tristeza que me embargaba al tiempo que veía el pase gratis para ver y escuchar a los Dears, si estoy arruinando mi vida es mérito mío y de nadie más.
i swear i swear; i swear it to you
No sé que tan tarde llegué a todo esto, no sé que tanta rebeldía se perdió en el camino, me siento deshonesto llevando una vida como la mía y no la vida que escucho en las canciones, quizá todo esto sea la fórmula perfecta para mantener a una sociedad deprimida, ahí en la depresión. No sé qué tanta pose o qué tanto corazón hay en dar un guitarrazo en el año 2007. No sé qué pienses tú de un moviemto artístico que significa tanto para tantos como lo es el rock. Lo más probable es que veremos a Bono morir sin que haya salvado a la humanidad; pero una canción sí puede salvar al planeta, te lo juro.
Ver a Murray Lightburn regresar emocionado al escenario en tres ocasiones me bastó para creerlo.
¿Cuándo dejo de ser emocionante la vida? no puedo culpar al sujeto de la tele que da notas impactantes todos los días de que me haya deshumanizado. No puedo culpar a los blogs de música que le quitaron la emoción a buscar un disco como si fuera lo último que tengo que hacer con mi vida. No puedo culpar a nadie más que a mí por creer que los buenos momentos son una mentira fugaz y lo normal será estar solo y aburrido un sábado en mi sofá viendo un partido porque no sé en qué gastar el dinero que gané durante la semana. No puedo contarte aquí la tristeza que me embargaba al tiempo que veía el pase gratis para ver y escuchar a los Dears, si estoy arruinando mi vida es mérito mío y de nadie más.
i swear i swear; i swear it to you
No sé que tan tarde llegué a todo esto, no sé que tanta rebeldía se perdió en el camino, me siento deshonesto llevando una vida como la mía y no la vida que escucho en las canciones, quizá todo esto sea la fórmula perfecta para mantener a una sociedad deprimida, ahí en la depresión. No sé qué tanta pose o qué tanto corazón hay en dar un guitarrazo en el año 2007. No sé qué pienses tú de un moviemto artístico que significa tanto para tantos como lo es el rock. Lo más probable es que veremos a Bono morir sin que haya salvado a la humanidad; pero una canción sí puede salvar al planeta, te lo juro.
Ver a Murray Lightburn regresar emocionado al escenario en tres ocasiones me bastó para creerlo.
4 comentarios: on "The Dears en México. Diferentes relatorías"
la tercera vez que los veo en vivo y por segunda vez me parecio un concierto de la verga
en fin....ojala otros buenos grupos vengan pronto a la ciudad
creo que Emmanuel fue el único que dijo algo cierto al describir we can have it. Buen concierto, ojalá a todos los grupos que vienen se les viera la misma emoción al actuar.
nadie mencionó el terrible sabor de la budweiser ni que los tragos parecían ser servidos con puro refresco pero bien organizado que estuvo eso que ni que.
y pues ya ni los busqué al final pero estuve todo el concierto parado junto a la consola viendo el chingonsísimo mural de Siqueiros.
Hay ventajas en ir a conciertos de los que uno no hay oído ni un acorde de la banda... La verdad no es la primera vez que lo hago, hay un dulce sabor en el desccubrimiento del sonido de una banda en vivo... y ese sabor me lo lleve esa noche...
Me da hartísimo gusto que [diezauno] haya estado cerca del concierto como medio de prensa... felicidades en abundancia para todos ustedes!!!
Y como lo dijo Emmanuel, la segunda banda fue realmente aburrida... A diferencia de la primera que me dejo realmente con ganas de oir más de ellos... Lo que me lleva a esperar que ya pronto suban su disquito...
Ah si, buen trip que compartan tantos discos!!! Soy fants de este proyecto... y, sin que suene redundante, felicidades por el buen beat que riegan entre ceros y unos...
chaus
The Dears, una gloria, una banda poco conocida en mi ciudad al grado que es prácticamente mía, un sonido que va con el beat de mi corazón y llena mi ser de eso que no se puede escribir pero que se siente cuando se escucha una canción como Heartless Romantic en el bien querido iPod.
Gracias a Sofía y su magnifico post hace ya un buen de tiempo me enamore de esta banda y desde entonces suena en mi cabeza a cada rato.
Lastima, por tiempo y dinero no pude ir.
10:1 es una gloria de blog, espero y suban de nuevo los disco de The Dears ya que no los tengo todos...
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