Blonde Redhead en la Ciudad de México

por Emmanuel

Fotos Guadalajara y Distrito Federal de Rodrigo Jardón, excepto esta:



Teatro de la Ciudad, 23 de agosto, 2008

No es difícil confundir a unos mil mexicanos. Vivimos confundidos y norteados de por sí. Tal vez por eso la noche de ayer nos reunimos a escuchar un concierto de rock en un teatro clásico.

Había sido confuso pasar inmediatamente al recinto, sin hacer cola, y que en la puerta no hubiera un guarro amasándonos las nalgas en busca de algún arma letal. También extraño que tanta gente le gritara al roadie como si nunca hubieran visto uno (nota: dejen de gritar pendejadas en los conciertos, hasta los niños de secundaria se portan mejor en un evento).

Pero la confusión llegó a su tope cuando apareció Blonde Redhead. A las 9 y media comenzaba uno de los espectáculos más misteriosos que hubiera visto la comunidad hipster del D.F.

Entallados en ropa clara, los gemelos Pace y Kazu Makino dieron una cátedra magistral de arte sonoro, rompiendo la barrera que divide al rock del performance y demás artes modernas.

Con elementos visuales mínimos (sólo una pantalla de color detrás de ellos y un poco de humo), recrearon la atmósfera atemporal de su música, abandonando sus identidades para volverse simples conductos para los sonidos que todos habíamos ido a disfrutar. Por momentos, solamente existían sus siluetas como en un teatro de sombras. Simplemente hermoso.

La banda en sí parecía un engaño: dos máscaras idénticas por parte de los italianos, y una muñeca frágil de rostro cubierto y piernas sensuales. Con sólo lo básico, guitarra, bajo, batería, sintetizador y secuencias, interpretaron mucho de su disco más reciente. Escuchamos 23, The Dress, SW, Spring and By Summer Fall, Silently, y de sus demás discos brillaron Equus, Misery is a Butterfly, Messenger, In Particular y Falling Man.

Aún con los volúmenes de audio accidentados a lo largo del show, pudimos notar lo complejo de sus composiciones, donde la guitarra de Amadeo es casi imperceptible pero esencial, y la voz de Kazu es verdaderamente espectral, nada predecible viendo su minúscula figura.

Bastante perplejos, después de hora y media salimos lentamente a las calles del Centro Histórico, como perdidos… la noche no volvería a ser normal con las melodías dañadas de Blonde Redhead rondándonos en la cabeza.

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