14 de mayo de 2010

Mi concierto de Beach House

Relato, no reseña, del concierto de ayer, 13 de mayo.

Hace no más de tres semanas escuché a Beach House porque alguien a quien respeto los recomendó. Mi acercamiento a bandas desconocidas generalmente es ríspido y me cuesta mucho trabajo desprenderme de prejuicios, asociaciones y pretensiones.

Primero escuché Devotion y no me sorprendió en gran medida. Teen Dream fue lo que me hizo sentir que estaba frente a algo que tenía que tomar con cuidado, con profundidad y, sobre todo, dejar de lado todo lo que a veces puede llevarme a odiar algo: el hype, el insoportable hype que los mismos medios de siempre ponen a hervir cuando quieren meterte una banda hasta en la sopa. Pero independientemente de ese fenómeno insufrible de gente insufrible: qué grande es Beach House.

Para ser sincera, jamás pensé que los boletos para el concierto se agotarían. De ahí mi definitiva desidia para comprar los míos (quería ahorrarme unos pesos y comprarlos en el Lunario). Mala idea. Logré conseguir un boleto gracias al buen Iván, que me lo regaló. Pero llega un punto en la vida de todo ser humano en el que necesita compartir lo que presencia con la persona a la que ama y yo quería ver a Beach House con El Tata. Hacia las 10 de la noche ya me había resignado a entrar sin él (los boletos en reventa alcanzaban los 1500 pesos), pero por una serie de accidentes del destino (siempre tan preciso) conseguimos otro boleto cuando El Tata ya se dirigía al coche para irse.

No tengo fotografías. En mi campo de visión solo estaban las cabezas de Victoria Legrand y Alex Scally, y veía más cabello que cara. El baterista quedaba perdido entre la multitud y jamás pude ver lo que tocaba. Como había tanta gente y era casi imposible para mí ver algo, incluso de puntitas, me limité a cerrar los ojos y disfrutar. De vez en cuando hacía preguntas a El Tata, porque oía cosas que no me explicaba cómo estaban sucediendo. Alex Scally hacía maravillas con sus secuencias, su guitarra, una pequeña mezcladora y una cosa que estaba en el piso. Al final del concierto nos acercamos y vimos algo que parecía un pequeño Rhodes, pero nunca supimos qué era. V. Legrand tiene la voz más embriagadora que he escuchado en vivo. Con un mismo estribillo hipnotiza y sorprende, transmite tranquilidad y euforia. El mejor momento de mi noche fue definitivamente Silver Soul; la cadencia de su melodía me transportó a otro lugar, uno mejor. Recuerdo que durante los repetitivos It is happening again miré hacia el techo y sentía que mi cuerpo se expandía entre las luces rosas y azules. Increíble.

La mayoría de los que me rodeaban coreó felizmente Zebra y Norway; interpretaciones que me sorprendieron por su precisión, las respaldaba una ejecución impecable. Para cuando tocaron Take Care me descubrí mucho más adelante entre el público. No me fue difícil notar la belleza de los integrantes de Beach House. En el escenario se ven como los figurines que giran dentro de una cajita musical. Y escucharlos es igual de dulce e hipnotizador.

Hoy desperté y seguía teniendo varios fragmentos del Teen Dream en la cabeza. Creo que es una buena manera de medir la intensidad de un concierto y su resonancia en nuestra sensibilidad. Va a pasar mucho tiempo antes de que la noche de ayer deje de tener repercusiones en mi memoria.
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5 comentarios: on "Mi concierto de Beach House"

daniel dijo...

que lastima no pude ir :(

Willy dijo...

wow, yo estaba ahí fue tan intenso como lo describes. Tocaron casi todas las canciones que me gustan, yo me enamoré de su música hace menos de 2 meses. Que buena impresión te deja escucharlos en vivo.

Anónimo dijo...

gracias por leer :)

Sof.

Anónimo dijo...

Yo tenia boletos y no pude ir, leér esto me dan ganas de darme topes contra la pared...

Juan García Colorado dijo...

'Teen Dream' es una maravilla. ¡Qué envidia, Sof!

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