13 de marzo de 2007

Kings of Convenience en el Distrito Federal

Primer concierto del 7 de Marzo

Por Emmanuel

La noche estaba llena de nostalgia después de una semana exhaustiva de rock a cargo del Whitest Boy Alive. En la fila inmensa rodeando el Polyforum la gente comentaba uno u otro concierto: el Bull, el Pasagüero, el MXBEAT de Puebla. Todos coincidían en que habían estado chingones.

Así que ahí estábamos, listos para entristecernos voluntariamente y decirle adiós al incansable Øye (quien un día antes había sufrido un ataque del Moctezuma's Revenge, en sus propias palabras). Para no perder la costumbre, Noiselab nos dejó parados en el frío un buen rato. A las 8 y media comenzó a tocar la banda abridora, Improbable People, la versión vieja y mexicana de los Kings of Convenience. Es macabro cuando puedes ver el futuro de alguien en sus papás, y éste era el caso. Ojalá los Kings no se vean así en quince años. Me imagino a los dos Improbables tocando Aute, Serrat y Silvio en sus departamentos de Villa Olímpica y aunque tienen afinado su arte, la verdad no tienen ondita.

Finalmente, a eso de las 9 y veinte salieron los Kings of Convenience, aplaudidos, ovacionados y chiflados en extremo. Esto se volvería el modus operandi del recinto por el resto de la noche, desgraciadamente. Después de disculparse por la cancelación del show el día anterior, Erlend y Eirik y se dedicaron a tocar tendidos lo mejor de su material. El Respetable disfrutó Singing Softly To Me; Winning a Battle, Losing the War; I Don't Know What I Can Save You From; Love is No Big Truth; Stay Out of Trouble; Know How; Gold in the Air of Summer y Cayman Islands entre otras. Los noruegos se lucieron tocando Homesick y Misread y cerraron con el número más movidón que tienen: I'd Rather Dance With You. Apoyados por dos amigos, un alemán y un italiano, tocaron cerca de hora y media y anunciaron que grabarían parte de su nuevo disco en casa de un amigo en Puerto Vallarta. ¡Qué elegancia la de Francia!

Todos los adjetivos para describir el concierto sobran: tranquilo, dulce, lindo. Una muestra de buena composición y apuesta por el silencio para lograr un momento de saudade.

A las 11 los Kings tenían que reponer el concierto cancelado del día anterior, y el público fue desalojado rápidamente. Me cuentan que el segundo show fue casi idéntico, pudiendo alargarse unas canciones más. Yo tuve con una sola dosis, atascarse de folk puede ser mortal.

El público fue feliz, paradójicamente. Tal vez demasiado: chiflidos y gritos fuera de lugar, los latinos nos confundimos cuando escuchamos algo que se asemeje al jazz y creemos que cada síncopa y silencio es oportunidad para gruñir y cacarear como en partido de futbol. Ni qué hacerle, la emoción se nos desborda guturalmente.

Una noche linda, tranquila y dulce. Erlend Øye y compañía dejan en México un bello recuerdo (y ojalá una lección) de fineza, estilo y buen gusto. Farvel.





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