19 de junio de 2008

His name was always Buddy

Por el Capitán Ricardo Grünch.


I'd rather hear silence than the bell of new love.

Estamos a finales de la década de los noventa y aún soy bienvenido en su casa. No es que pida mi abrigo cuando cruzo la puerta, pero al menos no me recibe con un gesto de asco. Mientras ella hace lo suyo se me permite husmear por el departamento; un cajita rosa con el cassette beta de Pink Flamingos y tres cuartos de la discografía que hasta entonces ha publicado Suede. Estamos a finales de los noventa, es de sabios comprar cassettes Maxell en el Gigante y tenerlos listos para cuando en la radio suene la media hora corrida de lo que te gusta.

Arriba del revistero mantiene colgado un inservible calendario de hace ya cinco años, a pesar de su inutilidad es la cosa que más he envidiado a alguien en toda mi vida; no sabía que Jarvis Cocker tuviera permitido posar para algo que aquí hace Gloria Trevi. Cada mes que voy pasando me atormenta más la idea de saber que estoy cinco años tarde, ¿qué carajos es un popstar? Si de niño sabía que la chamarra de cuero de Laureano Brizuela no era más que una mentira, el pantalón de raya de gis de Jarvis ha terminado de confundirme. El cerebro más respetado en mi grupo de amigos aparece en todas las revistas, portadas, columnas, notas y artículos centrales, ¿acaso no todos los rockeros sufren como Kurt Cobain?

Spin, Rolling Stone, NME y Uncut, todas ellas llenas de las palabras de unos engreídos veinteañeros que parecen más preocupados por verse bien con cuellos de tortuga y no arruinar su reputación de implacables que por contar lo que se siente pasar una noche hasta la madre bailando en el Trash. Entre tanta corrección y buena onda, se cuelan las fotos de Brett Anderson y me asusto al pensar que podría ser homosexual; al fin me decido arrancar una página para esconderla en mi cuaderno. El beso que anuncia Love & Poison, el mismo beso del primer álbum, qué imagen más gloriosa. Estamos a finales de los noventa, los nombres de los grupos parecen un rumor, en el Alicia cuelgan un cartel con Terrorvisión encabezándolo, pero ¿a poco es cierto que esos de Belle & Sebastian eran monaguillos?

Mi primera noche en aquel departamento; hay una botella de vodka, un jugo y una coca-cola de dos litros. La anfitriona saca una caja de zapatos repleta de cassettes, el primero de Elastica es mi elección; mientras deseo que alguien en mi salón se corte el pelo como Justine, ella me enseña The Idiot. Esta casa debe ser mejor que el Hard Rock y el Chopo juntos. Estamos a punto de terminar con un siglo, en la calle puedes encontrar y adivinar que el muchacho con los lentes de foquitos gastó no menos de quinientos pesos en ellos y ha estado en el Rímel, si haces la plática correcta quizás te puedas hacer de un papel.

Un grupo de burdos que cantaba en inglés.

No he podido encontrar aquella edición de la Uncut que años atrás rindiera culto a David Bowie; lo lamento mientras el hombre en la tele explica por qué Bryan Ferry fue más atrevido y elegante que el mismo camaleón. La vida en el país ha cambiado en apariencia, pero que en los comerciales aparezca el presidente intentando convencerme de que con el sueldo que percibo podré pagar las cuentas y llevar una alimentación balanceada, me hace necesitar más ese calendario inútil en que Jarvis Cocker y Steve Mackey pretendían ser parte del seleccionado inglés. Estamos a finales de otra década y esos otrora veinteañeros engreídos empiezan a escribir para alguien más que para su ego.

En mi camino matutino escucho a un muchacho con una R&R en la mano decir shoegazing y no puedo evitar pensar en aquel departamento, seis estaciones separan su casa de mi trabajo pero el nombre en el intercomunicador no es el mismo; quisiera preguntarle si ella les decía shoegazing a los grupos que entonces mis amigos conocían como etéreo. No ha pasado tanto tiempo, a ella los cerillos en el supermercado deben llamarle señora sin temor a equivocarse, pero lo más probable es que no recuerde de mí más que a la persona que nos presentó. Sin apellidos ni recuerdos en común; ojalá pudiera recordar la menor pista que me llevara a encontrale, así podría reclamarle por qué tuvo que abrir la puerta sin un gesto de asco en el rostro.

Desde la ventana de mi oficina puedo ver a la mujer que espera mi salida sentada en la acera de enfrente, está releyendo el libro sobre los Smiths que me prestó y ahora sí veo muy probable que bloqueé mi número telefónico. La primera vez logró sentir una especie de esperanza, pero el tiempo no ha hecho más que probarle que de música no puedo escribir ni un do. Estamos a finales de otra década, ahora es mi librero y son mis cajas de zapatos las que comienzan a llenarse con grabaciones e historias de los que se atreven a cantar su vida; en el closet se comienzan a amontonar playeras con nombres de grupos, pero ya nadie pregunta por qué escribí she only comes when she's on top con plumón junto a una flor, la pregunta del día es por qué sigo usando una playera que a todas luces dejó de venirme hace tres tallas.


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11 comentarios: on "His name was always Buddy"

asco dijo...

You're driving me crazy, when are you coming home.

Total dependencia.

Ya extrañabamos tus textos cap.

No olvides darle vida a este blog.

B dijo...

querido capitán,
qué post, qué luces, que prosa afilada como un relámpago!
al fin un poco de crónica de talla - y no ya comentarios à la mode...
se te agradece. mucho.
desde buenos aires, para ningún medio de importancia,
pampabarbara

OdeenR dijo...

Muy bien Cap. Esto es prosa y no mermeladas.

Se agradecen estos post, neta.

Seguimos escuchando y leyendo.

Un saludo.

Anónimo dijo...

chingonería

Anónimo dijo...

No suelo ser tan fan de tus textos. Digo...TAAAN FAN, porque este me causa una-de-esas-cosas-que-no-sabes-que-son en el estómago.

Un abrazo. Me siento viejo.

Rodrigo Jardón.

Unknown dijo...

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Anónimo dijo...

ya quiten esta mamada, qué, ya se le acabo la imaginación a sofía o ya murieron todos sus amigos...

10:1 dijo...

Esta fue la última entrada de Ricardo en 10:1.

Le deseamos lo mejor en sus próximos proyectos.

La verdad no; huevos, Ricardo.

Y abrazos.

Sof.

ECM dijo...

A dónde iráaaaaaaa, veloz y fatigaaaaaa-aaaaaa-daaaaaaaaa!

es mi nombre Berenice dijo...

No mames. Ricardo es mi favorito. A ti (Sof) te quiero, pero Ricardo es mi favorito, jajaja. Quiero leerlo más.

Anónimo dijo...

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