26 de marzo de 2007

10:1 también cubre RADAR

Por Emmanuel

El arte moderno me provoca sentimientos encontrados. Como labor humana, me parece que no hay marcha atrás y que los tiempos determinan las formas y las técnicas. Como expresión, siento que hay una terrible escasez de espíritu, una falta de mensaje por exaltar al medio.

El festival Radar se especializa en música de vanguardia, cosas que no escucharíamos en otros escenarios. El jueves 22 presentó a dos de estos artistas, Arthur Henry Fork y Christian Fennesz, en el Museo Interactivo de Economía.

AHFORK


El primero, vestido de roadie metalero: jeans y chamarra de mezclilla negros, gorra negra, cabeza rapada. Su falta de pelo metaforizando su falta de ideas. Este 'músico' se sentó con su guitarra, prendió su laptop y con esos dos elementos generó un ruido sin sentido por media hora. Obvio, a eso íbamos todos, a ver como un vato saca sonidos de la nada. Pero esto es una peladez, una infamia. Cualquier hijo de vecino puede sentarse con una guitarra, distorsionarla al máximo, pasarla por unos filtros y agregarle un zumbido digital. Y no quiero contarles como se pondría la vecindad ante tal escándalo endemoniado.

Cuando este muchachito se bajó del escenario, me tocó presenciar una escena fantástica. Un amigo suyo, que no había dejado de platicar con su date todo el set, se acercó a felicitarlo y decirle: "O sea weh, chingonsísimo. La primera como un jazzesito, la segunda una onda industrial y la tercera un alucín, weh". Qué verguenza ser un músico 'experimental' y que te digan eso. Seguramente el tipejo jamás ha oído un jazzesito, mucho menos una rola industrial (los de Ministry no salen en la Quién, supongo) y tampoco ha alucinado en su vida, a menos que haya sido de fiebre y eso explicaría su muerte cerebral.

Cuando tocó el turno a Christian Fennesz, ya estábamos curados del susto y cualquier cosa que tocara seguro sería mejor que el vomito sonoro del pelón. En efecto, el set de Fennesz fue mucho más controlado, un diálogo interesante entre los mismos elementos: guitarra, laptop, filtros y sintetizadores.

Fennesz

La diferencia radica pues, en el buen gusto, la fineza con que Fennesz aprieta sus botoncitos (aquí las niñas fresas ríen cual colegialas). Por una hora, se abalanzó sobre un jam de ruido, un drone que por momentos parecía estructurarse en armonía para volverse a desparramar como semillas sobre una mesa, indistinguibles una de la otra, pero bellas en su conjunto. Sería necio hablarles de canciones que tocó, digo, seguro tiene módulos sonoros que podrían parecer canciones, y de hecho el disco es muy bueno. Pero en vivo sobran los tracklistings y todo se mezcla en una amalgama de sonido que se va dejando como una duna sobre otra.

Admiro a cualquier persona que tenga el interés por crear. En este mundo tecnócrata necesitamos todo el arte posible. También admiro los huevos de pararse solo en un escenario y dejar que tu imaginación fluya a través de tus herramientas, ya sean tambores, oboes o puro cable inerte.

Lo que me parece triste es que se siga este credo conceptual de que todo es hermoso, todo es bello si lo contextualizas. Ahí radica el error del arte moderno, en que tienes que entenderlo para disfrutarlo. La música experimental es un trabajo sólo para iluminados y eso da hueva la neta. Sobretodo si piensas que hace más de 20 años ya hubo gente que pasó de moverle los niveles a sus Moogs, ya averiguaron que clase de sonidos hacen las computadoras, y se ha dedicado a crear música verdadera y no solamente ruido.

Lo que Fennesz se paró a hacer en ese hermoso recinto ya lo hizo Aphex Twin con su Selected Ambient Works II, ya lo humanizó Arthur Russell en Calling Out of Context, y en este momento hay mucha gente que está haciendo cosas mil veces más complejas, como Animal Collective, Boards of Canada, Jan Jelinek, Ricardo Villalobos, etc.

Hacer ruido es un juego de niños, literalmente. Todos alguna vez agarramos un palo para hacer sonar una reja, golpeamos una lata de Comex o le soplamos a una botella de Fanta para crear por el simple hecho de crear. Estos artistas lo han vuelto su profesión, experimentando con juguetes mucho más caros y ñoños para romper con los paradigmas. Los aplaudo, se necesita gente así, pero al mismo tiempo quisiera que le bajaran a su clavadez.

La palabra drone dice mucho de la música que representa: es el zumbido de un panal, hipnótico, ominoso, creado por mil seres en sintonía. Pero las demás acepciones dicen aún más. Drone es también zángano, esa abeja sin aguijón que no produce miel, un obrero sin mente propia, una persona que vive de otras, un avión sin piloto. Así sonó esa noche de jueves: sin aguijón, un ruido anodino sin rumbo. Para eso mejor prendo el refri, la licuadora y pongo la tele en un canal con estática. Tal vez lo haga y me lo lleve de gira por el mundo. Les va a encantar, si lo entienden.

Fennesz

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13 comentarios: on "10:1 también cubre RADAR"

Mau. dijo...

ja, te entiendo completamente.

OdeenR dijo...

epa!! jaja, de acuerdo.
Hace dias estuve en la exposición de arte moderno del MUCA y aunque había piezas historicas de las antiguas luchas sociales también me topé con un buen de piezas de arte moderno de chikos nice que ponen su basura en el suelo y le ponen nombres de las de 'EXPLOSIÓN NATURAL DE MIS SENTIDOS'...me refiero que la concepción de un arte 'para los que le entiendan, no para cualquiera', cae en un snobismo tremendamente mamón.

Y si, en la música también se cuesen habas. Nomás falta que nos guste a todos, para eso podemos decidir si vemos o escuchamos a algún mamila con creatividad weeeee..jajaja, saludos pues.

Arfelo dijo...

No gooooooey, estás bien mal. El arte de nuestros tiempos está super bien, tan bien goooey, que nos permite ser artistas aún careciendo de todo talento/preparación/sentido común/decencia. ¿Que mas se puede pedir? Si algún hijo de vecino viene a decirnos que NO somos artistas tenemos a toda la Condechi que nos respalda.

Por cierto, el nombre "Explosión Natural de mis Sentidos" está demasiado chingón para ser ficticio, ¿dónde viste esa mamada yo,vakero?

Beto dijo...

no mames qué buen post pinche emmanuel. le entendí.

dehg dijo...

Los peligros del arte moderno: conceptualizar tanto termina haciendo las obras porqueria. Ser original significa regresar al origen, diria Gaudí, arquitecto catalán.

Anónimo dijo...

Ok, creo que necesito comentar un par de cosas, y no quiero que se vea como que apoyo la gran cantidad de arte sin contenido que hoy día sufrimos. Sólo creo que como en todo, hay que informarse muy bien antes de lanzar opiniones respecto a algo. Primero a lo primero, y es que hay que hacer una diferencia entre arte moderno y arte contemporáneo (hasta existen dos museos distintos, cada uno para su respectivo tema). No creo tener que explicar mucho, la referencia se encuentra en la misma división que se hace en la Historia de lo moderno y lo contemporáneo.
Como segundo punto, unas cuantas ideas entorno al arte que casualmente he estado leyendo como parte de mi curso sobre estos temas.
"Lo que me parece triste es que se siga este credo conceptual de que todo es hermoso, todo es bello si lo contextualizas. Ahí radica el error del arte moderno, en que tienes que entenderlo para disfrutarlo."
Yo solo digo que cualquier tipo de arte necesita ser entendido para disfrutarse o no (la finalidad del arte no es lo bello, hermoso o disfrutable, es causar una impresión estética y/o emotiva, sea cual sea). El arte como código de expresión se vale de muchos medios para lograr lo que pretende, en muchas ocasiones dichos medios son tan actuales o tan novedosos que no alcanzamos a unirlos con el concepto o idea de la pieza que se observa, no tenemos los códigos para descifrar lo que está sucediendo precisamente porque ESTA SUCEDIENDO, en otras ocasiones simplemente no hay contenido. El punto es que todos poseemos el código para entender el arte tradicional, el clásico, finalmente vivimos desde niños con eso, la mayoría que cuente con un nivel básico de educación reconoce una Mona Lisa o a oído hablar de la Capilla Sixtina y quién la pintó. Seguro alguna vez hemos estado en contacto con alguna horrorosa reproducción en cerámica de la Venus de Milo o el David. Todos conocemos los iconos del Cristianismo (no olvidemos lo ligado que va el arte a la religión) porque la mayoría de nuestras abuelas sí iban a misa. Es decir, aunque sea inconscientemente, poseemos la capacidad de reconocer y entender los temas del arte tradicional. El arte contemporáneo no es solo concepto (el arte conceptual es una corriente), es la propuesta Y la forma también. Cuando pretendes acercarte a una propuesta, tienes que conocerla previamente, forzosamente, porque probablemente nadie en tu casa la domina como para que tu te empapes de ella desde temprana edad y tengas la capacidad de identificarla con el concepto de arte. Una vez que sabes qué pretende el autor y decides pasar por la experiencia estética que propone, ya estarás o no de acuerdo con si lo logra o no, pero lo importante es que seas capaz de reflexionar y tener un punto de vista critico. Eso es lo que pretende el arte contemporáneo, una respuesta reflexiva y crítica ante una propuesta. No que te diviertas o que sientas que está bonito. La Rueda de Bicicleta de Marcel Duchamp no es un hito artístico porque sea muy bonita, de hecho yo hasta me enojé cuando me dijeron que eso era arte, pero es importante en otros sentidos, cuando él vuelve inservibles un banco y una rueda de bicicleta y los pone juntos como una pieza, te esta obligando a ver esos objetos desde otra perspectiva, a la vez que critica el hecho de que el arte sea arte solo como resultado del nombre o renombre de un artista. Esa es su propuesta, tan simple, pero el contexto histórico y el hecho de ser el primero en proponer la esteticidad de los objetos por medio de la recontextualización de los mismos es lo que le da tanta importancia, ahora hasta es una disciplina y se llama Diseño Industrial. Algunos dicen que la Historia de la Actualidad no existe, que eso se llama periodismo, esto es porque es difícil analizar algo que no se mira en retrospectiva ni ha pasado por los filtros de la Historia. Lo mismo pasa con el arte contemporáneo. José Jiménez en su Teoría del Arte es un autor que plantea bastante bien todo esto, por si a alguien le interesa más el tema. Walter Benjamin también nos habla del tema y es bueno. Perdón por el chorote, espero más o menos haber expuesto el punto. Yo no conozco ni la propuesta ni el trabajo de estos dos sujetos que mencionas, pero no podemos lanzarnos tan sencillo a decir que algo no dice nada, cuando tal vez solo no conocemos el idioma.

Anónimo dijo...

Yo estoy de acuerdo en que decir cualquiera puede hacer ruido es lo más conservador que he oído en el año. Suena como a Serrano Limón. Es bien fácil decir eso es mierda antes que decir soy un pendejo ignorante y no le agarro el gusto y me da miedo eso, mejor me pongo a oir a los Bunkers.

Anónimo dijo...

Más pendejo todavía decir que algo no se vale porque ya lo hizo alguien más. Qué güeva. Que Johnny Cash no toque una séptima porque Hank Williams ya lo había hecho, entonces.

OdeenR dijo...

ehm...no se, según yo lo inventé inspirado en el MUCA....anónimo, te das cuenta que te autogoleaste?

Si, tienes razón en muchos puntos, pero sigue siendo muy subjetivo, si alguien no tiene gusto por el arte de la instalación, el moderno y el contemporáneo es libre no querer y no hacer por entenderle y eso no significa que sea ignorante nadie, simplemente que decide qué es relevante observar y que no.

Ya estuvo...esto ya se volvió el Festival Snob People 2007 jajaja, saludos!

ECM dijo...

Mi terapeuta me tiene estrictamente prohibido pelearme con Anónimos.

Serenity Now.

Flor Esteparia dijo...

He de confesar que yo me vi obligada a abandonar el recinto por varias razones:

1. El bafle izquierdo retumbaba horriblemente y en un momento, estuvo a punto de destruirme los tímpanos.

2. Me resultó pretencioso usar una guitarra para atiborrarla de efectos... ¡ni una sola nota pura! "¿Ya ven? Sí sé tocar un instrumento."

3. Christian Fennesz se antojaba para sonorizar una película de David Lynch... pero, al darme cuenta que ningún personaje se transformaba en alguien más o aparecía con cabeza de conejo, tampoco pude escucharlo más de media hora.

4. Y la gota que derramó el vaso... ¡NO HABÍA ALCOHOL! Tal vez por eso lo recuerdo como una pérdida de dinero y tiempo.

Anónimo dijo...

Nota pura: bienvenidos al siglo XIX.

Ricardo G. Acevedo dijo...

ja. Bienvenidos al siglo XIX.

yo, vakero: ¿en dónde estuvo el autogol del anónimo?

igual he estado en esos lugares en que sin alcohol parece no voy a encontrar diversión, el último fue el concierto del whitest boy alive pero eso no me hace pensar que haya escasez de espíritu en el arte contemporáneo, me hace pensar que cada quien agarra a su pendejo para vivir de el.

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