En la portada, una joven de labios carnosos y ojos lujuriosos se abalanza sobre ti. Lleva al cuello cadenas y es posible observar uno de sus pezones desnudos. La sombra que la cubre te permite ver su cabello volando; detrás de ella el vacío. En el fondo de su garganta… la perdición de los hombres.
Liz Phair lanzó su disco debut, Exile in Guyville, en 1993. Apenas un año antes, Phair había grabado de manera casera una serie de cassettes con sus canciones (legendariamente conocidos como los Girly Tapes), que se habían distribuido como enfermedad venérea por las radios alternativas. El contenido era tan extraordinario que Matador Records la firmó para grabar sin haberla conocido.
El disco es una respuesta, canción por canción, al disco Exile on Main St., de los Rolling Stones. El dato es importante pues la música contenida en él se comprende mejor en el contexto del rock clásico: Los Stones, Dylan, Neil Young, los Kinks, etc. Mientras las demás chicas noventeras experimentaban con la electrónica o el piano, Liz se apoyaba en su guitarra y una zarrapastrosa banda de garage.
Pero lo importante es la sexualidad que emana del disco. Nunca antes una mujer había dicho las cosas con tanto descaro. Donde Patti Smith, Janis Joplin o Joni Mitchell habían fallado era en ahondar las diferencias de lo masculino con lo femenino. Liz, por su parte, había decidido jugar con los hombres, usar sus propias palabras para evidenciarlos.
Así, Phair se volvió la vágina dentada, el escollo donde naufragan los marineros, la voz de la sirena cantando peladeces: “Every time I see your face I get all wet between my legs… I'll fuck you and your girlfriend, too… I want to be your blowjob queen… I just want your fresh young jimmy jamming, slamming, ramming in me… I want to fuck you like a dog, I'll take you home and make you like it… I'll fuck you till your dick is blue”.
Todo en la misma canción. Todo para decirle a los rockeros: soy mujer, soy más cabrona que ustedes, así que hínquense, pobres diablos.
Y los que la escucharon fueron sometidos. Hay algo atemporal en Exile in Guyville, algo irrepetible. En la Liz Phair de 1993 se encarnó Venus y le mostró a los mortales la verdadera sensualidad femenina: agresiva, contestataria y subversiva. Por más intentos que se hayan hecho desde entonces para igualarlo, Exile sigue siendo uno de los más grandes bastiones del rock femenino.
Da click en la imagen para bajar el disco.
3 comentarios: on "Disco del Domingo"
vendida :(
(me pongo anónimo porque me da vergüenza ser identificado como su ex-seguidor).
Rodrigo y Gabriela en el Lunario el 9 de abril
...ta medio aka el pouserismo de chika rokera mala ke dice muchas groserias por segundo; como ke me sono a molotov pero con un poco mas de justificacion (segun), aunque la verdad causo furor en mi y bajare el disco a ver ke tal, jojo ;)
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