Por: Fantino
A veces pasa que, entre el álbum debut y el siguiente, existe una canción perdida, un pequeño hit que se concibe lejos de la edición del primer disco, se coloca en una cesta de mimbre y se suelta a navegar a través de los caudales del río Nilo, mejor conocido como la "música para películas".
Muchos artistas pop han muerto en el camino, mientras que otros se convierten en faraones. Sin embargo, los soundtracks no dejan de ser un peligroso limbo donde muchas canciones vagan sin obtener la debida atención, pues algunas ni siquiera salen un segundo en alguna escenita del film; tal es el caso de Identify, la canción más rara de Natalie Imbruglia, una balada electrónica a medio camino entre su primer álbum y Massive Attack, incluída en el disco de Stigmata; Draggin' the line, setentero tema recompuesto más que covereado, que REM hizo para The spy who shagged me ; y I know, de un tal Jude, balada obsesiva que viene en el disco de City of Angels, ese remake combinatorio pendejo de Las alas del deseo y Tan lejos y tan cerca, con Meg Ryan y Nocholas Cage.
Cuando estaba en el último año de la secundaria, en Delicias remodelaron la salota de cine que costaba doce pesos (!!!), para convertirla en un simplejo de 4 salas, e inaugurarlo con 4 copias de Titanic. Cosa chistosa, posteriormente las películas que nadie quería exhibir en otros cines caían de milagro en ese Multimax Cinemas. Fue así como por pura chiripa alcancé a ver Corre Lola Corre, El violín Rojo, Living out loud y Go, casi todas películas d'esas que dicen "independientes", que en otro tiempo hubieran pasado desapercibidas si no hubiera sido gracias a los oblicuos sistemas de distribución fílmica nacional.
En fin, era yo un adolescente cuando vi esa de Go, con estrellas juveniles de la tele actuando de drogadictos envueltos en problemas chistosones, con efectos de montaje en aquel entonces de moda quesque por violentos y ultra dinámicos, y un soundtrack lleno, repleto, de hits que pasaron de noche. Y ni siquiera se trataba de grupos desconocidos: se contaba con canciones de Sublime, la mismísima diva del soundtrack Natalie Imbruglia (con una canción de letra tan complicada como las chaquetas mentales de un truene amoroso: Troubled by the way we came together), y los asombrosos No doubt.
Asombrosos no en el sentido del lugar común, sino en el de inesperados, aparecidos repentinamente, luego de no saber nada desde su último sencillo. Un día, en la tele, en MTV, luego de un tiempecito, salía un video que emergió cual oruga de su capullo para crecer mariposa y morir al siguiente día: New. Bueno, no al siguiente día, pero como luego salió el segundo disco, el limbo del soundtrack se comió el alma de esta obra maestra sobre el impacto de la primera impresión que causa el objeto amado.
Una canción más ruda en comparación con las del Tragic Kingdom, con poquitos más matices en la voz de Gwen, una letra sumamente original, en cuya temática se advierten las diversas emociones que uno siente con la primera vista del amor, y un punch fuera de tiempo, innovador, chingón. Todo un clásico.
(Nota del autor: no se vale revivir el hit, nomás compartirlo discretamente, pa que no se salga del limbo y se nos convierta en el nuevo fantasma de la llorona, como una leyenda choteada. Que lo disfruten.)
A veces pasa que, entre el álbum debut y el siguiente, existe una canción perdida, un pequeño hit que se concibe lejos de la edición del primer disco, se coloca en una cesta de mimbre y se suelta a navegar a través de los caudales del río Nilo, mejor conocido como la "música para películas".
Muchos artistas pop han muerto en el camino, mientras que otros se convierten en faraones. Sin embargo, los soundtracks no dejan de ser un peligroso limbo donde muchas canciones vagan sin obtener la debida atención, pues algunas ni siquiera salen un segundo en alguna escenita del film; tal es el caso de Identify, la canción más rara de Natalie Imbruglia, una balada electrónica a medio camino entre su primer álbum y Massive Attack, incluída en el disco de Stigmata; Draggin' the line, setentero tema recompuesto más que covereado, que REM hizo para The spy who shagged me ; y I know, de un tal Jude, balada obsesiva que viene en el disco de City of Angels, ese remake combinatorio pendejo de Las alas del deseo y Tan lejos y tan cerca, con Meg Ryan y Nocholas Cage.
Cuando estaba en el último año de la secundaria, en Delicias remodelaron la salota de cine que costaba doce pesos (!!!), para convertirla en un simplejo de 4 salas, e inaugurarlo con 4 copias de Titanic. Cosa chistosa, posteriormente las películas que nadie quería exhibir en otros cines caían de milagro en ese Multimax Cinemas. Fue así como por pura chiripa alcancé a ver Corre Lola Corre, El violín Rojo, Living out loud y Go, casi todas películas d'esas que dicen "independientes", que en otro tiempo hubieran pasado desapercibidas si no hubiera sido gracias a los oblicuos sistemas de distribución fílmica nacional.
En fin, era yo un adolescente cuando vi esa de Go, con estrellas juveniles de la tele actuando de drogadictos envueltos en problemas chistosones, con efectos de montaje en aquel entonces de moda quesque por violentos y ultra dinámicos, y un soundtrack lleno, repleto, de hits que pasaron de noche. Y ni siquiera se trataba de grupos desconocidos: se contaba con canciones de Sublime, la mismísima diva del soundtrack Natalie Imbruglia (con una canción de letra tan complicada como las chaquetas mentales de un truene amoroso: Troubled by the way we came together), y los asombrosos No doubt.
Asombrosos no en el sentido del lugar común, sino en el de inesperados, aparecidos repentinamente, luego de no saber nada desde su último sencillo. Un día, en la tele, en MTV, luego de un tiempecito, salía un video que emergió cual oruga de su capullo para crecer mariposa y morir al siguiente día: New. Bueno, no al siguiente día, pero como luego salió el segundo disco, el limbo del soundtrack se comió el alma de esta obra maestra sobre el impacto de la primera impresión que causa el objeto amado.
Una canción más ruda en comparación con las del Tragic Kingdom, con poquitos más matices en la voz de Gwen, una letra sumamente original, en cuya temática se advierten las diversas emociones que uno siente con la primera vista del amor, y un punch fuera de tiempo, innovador, chingón. Todo un clásico.
(Nota del autor: no se vale revivir el hit, nomás compartirlo discretamente, pa que no se salga del limbo y se nos convierta en el nuevo fantasma de la llorona, como una leyenda choteada. Que lo disfruten.)
1 comentarios: on "En el limbo del soundtrack"
Esa canción no paso desapercibida por mí, a mi me gustaba un guato. De hecho, a mi me gustan los soundtracks, sobretodo si la película me gusto. El otro día andaba pensando en esta canción, porque esa película nunca la ví.
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